Juan Jacobo, un gran camiante, con treinta años subiendo a la montaña, comparte con nosotros su mirada:
“Esta montaña para mí es mágica. Esto significa todo. Esta es mi religión. Con algunos que yo llamo loquitos de la montaña, estamos convencidos de que es mágica, que nos irradia energía, magnetismo. Entonces la disfrutamos y la gozamos inmensamente.”
“Antes era un poco más virgen, podríamos decir. Ahora ya está un poco estropeada. Antes la naturaleza era más espontanea. Ahora, quizás con la pretensión de mejorarla un poco, la han dañado un poquito, haciendo caminos poco naturales.”
“Es tanta la identidad que tenemos, y es tanto el amor que le tenemos a esta montaña que se ha convertido en una comunidad, en un grupo de amigos que nos queremos, nos estimamos, nos apreciamos, y nuestro único vínculo real es la montaña.”
Juan Jacobo también nos cuenta cual fue el origen de los nombres de sitios como el Pozo de las Arrugas y el Claro de Luna.
“Yo espero que este grupo, con estos seres humanos que nos acompañan todos los días, la cuidemos, la conservemos, la protejamos como evidentemente lo hemos hecho…”
“Ya somos reconocidos. Por ejemplo el Acueducto, podríamos decir, nos respeta, y hemos hecho una alianza estratégica: nosotros cuidamos la montaña y el Acueducto pues reconoce que nosotros amamos la montaña, y es nuestro aliado. ”
“Yo creo que vamos bien, y debemos mejorar, y evidentemente tenemos que ser paradigma de otros lugares que rodean la ciudad. Debemos ser el ejemplo de otras comunidades para que protejan la montaña.”
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